Nosotros, los importantes, debemos diferenciarnos de los sencillos. Debemos ser más altos, más luminosos, más trascendentes. Ya de guaguas, las madres amorosamente nos envuelven la cabeza con unos lienzos tibios y suaves. Crecemos con el cráneo ceñido. Con los años nos vamos pareciendo más a nuestros padres y nos distinguimos de los simples.
Al completar nuestra maduración, una ceremonia reúne a los de nuestra camada. Desarmamos delante de la concurrencia las vendas que nos cubren. Algunos grupos lucen una cabeza elegante y longilínea que remata en punta; otros le dan a su cabeza alargada un aspecto más homogéneo; algunos optan por curvas escalonadas; o prefieren un cráneo más ancho que largo. Cada cual a su gusto.
Las cabezas de los sirvientes nos resultan insulsamente esféricas.

Hace poco, me enteré que en las cercanías de Ica, un poblado cercano a la costa, unos aventureros en busca de oro, esos que por desgracia tanto abundan por aquí, llegaron al colmo de profanar tumbas de antiguas gentes. Estas eran, a juzgar lo hallado, gentes de principal posición y riqueza. Junto a los cuerpos, muy bien conservados gracias al inclemente desierto, había vituallas, objetos y mantas de excelente factura. Pero como no voy tras el oropel, llamó mi atención la forma de sus seseras. Eran cabezas largas y de formas más bien caprichosas. La extravagancia de esas testas me ha dejado intrigadísimo sobre la raza que habita este nuevo mundo. ¶ 

La ciencia no quiere admitirlo. Porque si lo hiciera se derrumbaría todo su corpus teórico. Hay demasiados intereses en juego. Pero estudios de investigadores que hace décadas estudian fenómenos soslayados por el actual mundo científico arrojan resultados concluyentes sobre los cráneos alargados de Paracas: no son de seres humanos. 
Las “cabezas largas” tienen un 25% más de capacidad que un cráneo homo sapiens y pesan un 60% más. Las cavidades orbitales son significativamente mayores, al igual que la mandíbula. Se han identificado, además, cinco formas craneales distintas, cada una predominante en sitios funerarios específicos.
Pertenecerían a una raza pseudohumana extinguida. La mayor capacidad craneana indicaría una especie más inteligente que la nuestra. Otras hipótesis plantean que se trataría de una especie colonizadora de nuestro planeta. La pregunta que nos toca es, ¿qué sucedió con ellos? ¶ 

CABEZAS LARGAS. Cultura paracas.

Años 700 a. C. a 200 d. C.
Península de Paracas, costa central (actual Perú).